El pasado sábado 22 de marzo se convocó a los socios del CEM a una actividad algo distinta a las habituales: una charla-taller sobre nutrición para la salud y el deporte. Que no todo va a ser subirse por las paredes. Cuando planificamos dónde iba a tener lugar, y a sabiendas de la buena previsión meteorológica, pensamos que hacerlo en un recinto cerrado y un sábado, era la mejor forma de fracasar en la convocatoria. Podemos decir que con la decisión final matamos tres pájaros de un tiro: dar a conocer una nueva zona de escalada, en Istán, equipada por los intrépidos «montadores» del club; compartir conocimientos y resolver dudas sobre alimentación en un entorno idílico, y dar la opción a quien así lo quisiera a estrenar las nuevas vías practicando la escalada deportiva.

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El cruce del Club de tenis Manolo Santana Racquets Club fue el punto de encuentro para un soleado día. Yo me equipé con mi pizarra blanca portátil, unos rotuladores, algunas muestras de alimentos y unas cuantas cosas que contar. Hacer divulgación de salud me parece una tarea enormemente agradecida, y pienso que, si hay oídos atentos y algo que transmitir, no hacen falta grandes medios.

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El resultado de la convocatoria superó con creces mis expectativas: comenzaron a llegar coches y no juntamos una 15 personas. Fue fácil llegar a la base de las nuevas vías y tras acomodarnos en unas rocas que parecían dispuestas para la ocasión (con atril incluído) comencé mi exposición: la idea era recorrer los nutrientes necesarios que tomamos de los alimentos e ir aclarando los posibles errores sobre conceptos técnicos que se han colado en nuestro vocabulario habitual (aminoácidos, colesterol, hidratos de carbono) y que a menudo no hemos acabado de comprender.

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Con esa base, fuimos tratando de saber diferenciar dónde reside la calidad en la elección de alimentos, para entender luego qué aporta cada uno en cantidad. Con las cosas ya más claras (o así lo espero), trazamos la estrategia nutricional que requiere una actividad física como la escalada, para así tener nociones sobre qué alimentos elegir y cuándo tomarlos de acuerdo con el tipo de especialidad y duración de las sesiones.

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A continuación, dedicamos un tiempo para aclarar dudas, a hacer preguntas y comentarios. Sinceramente, cuando comencé mi exposición estaba convencida de que al poco me iba a quedar sin oyentes, que se irían a escalar enseguida, atraídos por la pared como si de ella emanasen las notas del flautista de Hammelin. Sin embargo, pasaban los minutos -y las horas-, y sólo veía ojos atentos, atendía preguntas que se enlazaban con comentarios y aportaciones…Hubo un momento en que pensé que no se acabaría nunca. Las marcas del sol en la piel delatan que pasamos ¡tres horas! hablando de nutrición en medio del campo.

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Como actividad interactiva, al comienzo de la charla, pedí a los asistentes que de forma anónima escribieran en un cuaderno su registro de ingesta de alimentos de las últimas veinticuatro horas, una forma aproximada y sencilla de saber qué tal come una persona. Hacia el final, leí en voz alta y comentamos los registros. Fue gracioso comprobar cómo se reconocía a quien estaba detrás de alguna de las anotaciones anónimas: dime lo que comes y te diré quién eres. Revisándolos ya en casa, y en calidad de médico nutricionista, he de decir que los asistentes aprobaron con nota.

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Eran casi las tres cuando dimos por finalizada la actividad, que algunos incondicionales remataron con el disfrute de una fabulosa tarde de escalada.

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Gracias a todos los asistentes:
Rosa Sánchez Ramiro