Artículo de Evaristo Ballorca.

El pasado 16 de Noviembre se organizó la decimocuarta actividad del año organizada por el Club Escalada Marbella, coordinada por María Maestro. El destino de dicha actividad  fue la Loma de la Pierna del Caballo, en la sierra que protege a nuestra ciudad de los vientos del Norte, Sierra Blanca. Actividad en la que participaron 21 socios del CEM de 7 diferentes Nacionalidades.

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En la Loma de la Pierna del Caballo nos encontraríamos una escuela de escalada de roca arenisca. Los que subíamos por primera vez lo hacíamos con curiosidad ¿Quién no había oído hablar de esa roca donde hay poco agarre para las manos y donde los pies de gato enganchan como si fuera lija? Pronto lo íbamos a comprobar. Dicha escuela está formada por varios sectores, multitud de vías, muchas de ellas equipadas y/o reequipadas por el CEM. Desde cuartos fáciles, idóneos para la fase de aprendizaje,  hasta octavos accesibles para muy pocos.

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La mañana no levantó muy fría a pesar de las previsiones. Nada de frío, cielo despejado, condiciones perfectas para un día de escalada. Quién nos iba a decir lo que nos esperaba…

A las 9:00 de la mañana estábamos todos en la estación de autobuses, como es habitual en las actividades del CEM, listos para partir hacia nuestro destino.  Nos distribuimos en coches y partimos. Todos con una sonrisa , unos felices por descubrir un nuevo rincón, otros por enfrentarse a proyectos olvidados o por aprender y progresar y otros por pasar un día en un lugar idílico en buena compañía.

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En poco rato llegamos al aparcamiento de Juanar donde dejamos los coches y nos colocamos las mochilas, incluido el botiquín de primeros auxilios del CEM (siempre presente en las actividades), apretamos las botas y zapatillas y comenzamos a caminar.

Pronto llegamos al mirador de Juanar donde hacemos la primera parada para hacer fotos. Con unas vistas espectaculares de Marbella, del estrecho de Gibraltar, del entorno. A esta hora el cielo aun nos respetaba y nos permitía disfrutar de las vistas.

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Una vez tomamos las instantáneas, retomamos la marcha dejándonos el mirador atrás. Seguimos el sendero que se toma a la izquierda y empezamos a ver las primeras paredes, los primeros sectores de la escuela al fondo.  Los que descubríamos ese día este lugar íbamos mirando alrededor sorprendiéndonos del sitio y recordando la suerte que tenemos de vivir donde vivimos, un verdadero lujo.

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Después de un rato caminando, de subir por piedras, de equivocarnos de camino por lo cerrado de los mismos (símbolo de la poca afluencia de gente a la zona),  llegamos al sector C (placas tumbadas ). Un poco más arriba colocamos el punto de reunión dejando todo lo innecesario para empezar a escalar, colocamos varias bolsas de basura y nos dispusimos a empezar.

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En el a pie de las vías, María nos indica cuales son las vías asequibles y cuales podemos ir montando teniendo en cuenta el nivel del grupo. Comenzamos a montar, unos de primero, otros asegurando, otros observando la progresión en la pared de los que ya escalan y otros esperando su turno disfrutando del entorno donde el CEM nos trajo. Empezamos a sentir frío, aire helado y vemos como se ensombrece la roca.

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Los que comenzaron a escalar, ya sentían las peculiaridades de la roca. En pocos minutos tenemos la placa del sector C repleta de cintas y cuerdas, se escuchan los clicks de los mosquetones al conseguir chapar y progresar en las vías. El frío iba en aumento, las manos se quedaban heladas y comenzamos a ir por ropa de abrigo sobre todo para los más pequeños. Justo entonces llegó un segundo grupo de miembros del CEM pasando de largo el sector donde estábamos y buscando vías más duras y proyectos por hacer o por retomar.

Poco rato después comenzó a oscurecerse el cielo y empezamos a pensar que quizás el día en la Pierna del Caballo se podía terminar, no pintaba bien.

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Seguimos escalando y probando vías abrigados hasta las cejas pero decidimos volvernos, empezamos a desmontar y recoger todo porque cada vez pintaba peor. Casi todos lo hacíamos pensando y nombrando el café que nos íbamos a tomar en el refugio de Juanar, caliente, humeante, …  café que nos reconfortara del frío que estábamos pasando.

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Una vez que todo estaba recogido, desmotado vías comenzamos a descender, a bajar rocas, caminos y a dejarnos atrás un lugar al que pronto volveremos.

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En ese momento empezó a llover,  agua anhelada por el campo pero que a nosotros en ese momento no nos gustaba recibir. No eran gotas de agua, era granizo. A todos nos sorprendió este hecho ya que pocas horas antes estábamos en manga corta.  Vivimos en primera persona la llegada del invierno, del frío.

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Una vez llegamos al mirador, los más pequeños y varios adultos subimos hasta la escultura de la cabra montesa ¿cómo les íbamos a decir que no?

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En ese momento empezó a arreciar, todos nos tapábamos pero sin dejar de disfrutar del regalo  que el campo nos estaba haciendo. Vistas espectaculares, olor a lluvia,  buena compañía, buen paseo, … al final nos quedamos con lo bueno.

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Llegamos al aparcamiento, cargamos mochilas en los coches y nos despedimos. Cual fue nuestra sorpresa cuando en pocos minutos, y conduciendo hacia Marbella, los capos de los coches se cubrieron de blanco, cada vez granizaba más.

Esto fue lo que pasó en la decimocuarta actividad del Club Escalada Marbella, actividad perfectamente organizada por María, disfrutada por todos y cada uno de los que participamos. Conocimos nuevos miembros del CEM, un nuevo rincón de nuestro entorno,  y disfrutamos de la llegada del invierno ¿qué más se puede pedir? Alguien podría decir, ¡haber escalado mucho más! Pero hay que quedarse con lo vivido, habrá muchos más días, muchísimos.

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Agradecimiento especial a María por su dedicación al club.

Saludos a todos!!

Evaristo Ballorca