Esta crónica será algo distinta porque la acompañaremos del mejor de los formatos posibles para contar lo que vivimos el viernes 15 y sábado 16 de mayo, ¡un video!
Aunque no hay mejor crónica que las imágenes, no quería dejar de acompañarla de un breve texto y agradecimientos a las personas que han contribuido a que sea una experiencia inolvidable.
El camino hacia la cumbre es un viaje de emociones, a medida que asciendes y el paisaje se torna más blanco, el aire más limpio y la mirada más lejana uno va quedándose sin aire. No solo por la altitud, también por la belleza, la profundidad y la pureza que te invade en cada paso.
El viaje comenzó días antes de la partida. Cuando por fin salíamos el viernes por la tarde en dirección a la Hoya del Portillo, donde dejaríamos el coche, ya habíamos vivido una parte del mismo, la preparación del equipo y materiales, la consulta diaria de las predicciones meteorológicas, la reunión previa, las dudas… Fue muy divertido oír narrar a Lupe, con el desparpajo que la caracteriza, como apenas 30 minutos antes de la salida aún estaba buscando un saco de dormir y como después de la experiencia del Veleta había mejorado cualitativamente su equipo.
La llegada hasta el refugio con el sol del atardecer y las cumbres nevadas al oeste fueron nuestro regalo de bienvenida. Nunca había estado en El Poqueira, se respira montaña en cada rincón y lo envuelve un aroma familiar alimentado por la chimenea central del salón que captura las miradas con el crepitar del fuego. La cena es una oportunidad para zampar sin límites, diseñada para prepararse ante una jornada alpina, la disfrutamos haciendo un brindis por lo que nos esperaba al día siguiente.
Tanto Fina como Diego optaron decididamente por una ducha caliente antes de dormir pero fueron sorprendidos por una ráfaga de agua helada. ¡No todo podía salir perfecto! ☺
A las 7 estábamos arriba y después de un buen desayuno Lian, Louisse y Richard, que habían hecho noche en Capileira, se incorporaron al grupo. Sobre las 8 de la mañana partimos del refugio con rumbo noroeste hacia la cuenca del Río Mulhacen. Había poca nieve a esta altitud pero a medida que ganábamos altura y las montañas estrechaban su abrazo el silencio y el blanco ganaban intensidad.
Superada la base de la cara Oeste decidimos ponernos los crampones y enfilar el último tramo con seguridad. La meteorología acompañaba, la nieve era perfecta y las ráfagas de viento eran suaves, pero había algunas placas aisladas y no queríamos correr riesgos.
Sobre las 12 llegamos a la cima, uno quiere llorar, reír cuando alzas la vista y miras a tu alrededor… nos repartimos abrazos emocionados por compartir este momento y lo inmortalizamos en una fotografía donde abanderamos a quien hace esto posible, nuestro maravilloso club.
Agradecimiento especial a Javi por organizar la actividad y cuidar de todo el grupo. Su paciencia y generosidad son los mejores acompañantes posibles en la montaña, ¡sigue con ese entusiasmo y ganas de compartir tu conocimiento!. También a Diego que además de esforzarse por capturar secuencias y planos durante dos días y dedicar su tiempo al montaje posterior tiene un gran sentido del humor y nos hizo reír a carcajadas en más de una ocasión. También es un experimentado barranquista, además de otras actividades de aventura, y ha prometido someternos a la adrenalina de unos buenos saltos próximamente.
Gracias también a Fina, Guadalupe, Lean, Louisse y Richard. Todos comprometidos con la idea de generar buen rollo y con una sonrisa permanente en el rostro, una cualidad que poseen todos los miembros que conozco en el CEM. ¡Qué grupo tan fantástico!
Y gracias a ti Mulhacen, gracias por permitirnos generosamente alcanzar tu cima. Volveremos a verte.
Todas las fotos en el siguiente slide, esperamos que os gusten: