Por segunda vez en menos de un mes, el CEM se coloca el equipo de alpinismo y nos vamos esta vez al techo de la Península Ibérica, sus 3.479 metros de altitud nos están esperando.
El viernes 10 de marzo nos subimos al coche a la una de la tarde rumbo a Las Alpujarras granadinas, hace mucho calor y el pronóstico para el fin de semana es inmejorable, sol y calor. Pero no contábamos con que esas altas temperaturas iban a afectar tanto al estado de la nieve.
Dejamos el coche en la Hoya del Portillo tras pasar Capileira y comenzamos la subida, estamos a ¡20 grados a 2.000 metros de altitud!. En la primera cuesta a través del bosque ya empezamos a ver grandes manchas de nieve entre los pinos, pero que aun podemos ir esquivando, pero un poco más arriba, en cuanto pasamos el primer cortafuegos, ya vamos andando sobre la nieve todo el rato. A medida que avanzamos la nieve esta más blanda y nos hundimos más y más, por encima de las botas.
Cuando llevábamos unas 2 horas subiendo encontramos la peor parte del recorrido, muchísima nieve y muy muy blanda, vamos avanzando muy a duras penas clavándonos hasta la rodilla, e incluso en algún tramos hasta la cintura, literalmente.
Pasado este tramo tan duro, enfilamos la última parte en dirección al Refugio de Poqueira, donde pasaremos la noche. El sol baja por la montaña regalándonos sus últimos rayos y tiñendo la nieve de un espectacular tono naranja y el cielo de amarillos, naranjas y azules, para remate, aparece por el otro lado la luna llena, todo un espectáculo digno de disfrutar, por cosas como esta vale la pena el sufrimiento de la subida.
Llegamos al refugio casi de noche y aprovechamos para descansar un rato antes de la cena mientras esperamos a dos miembros más del equipo que llegarán muy entrada la noche. Nos acostamos pronto que mañana hay que madrugar.
Nos levantamos sobre las 6, desayunamos fuerte, preparamos el equipo y comenzamos la segunda parte de la aventura, que a tenor de como estaba la nieve ayer, se plantea aun más dura ya que son muchos más kilómetros y sobre todo más desnivel, ya que tenemos que ganar 1.000 metros desde el refugio a la cumbre.
La subida a pesar de saber que es mucho más dura, la hacemos por el Rio Mulhacen, ya que el paisaje es mucho más espectacular. Poco a poco vamos ganando altura subiendo las empinadas pendientes, pero al menos de momento nuestro plan funciona y al ser tran pronto y no haber salido el sol, la nieve está lo suficientemente dura para no ir hundiéndonos como el día anterior.
Seguimos sin tregua hasta un poco más arriba del refugio de la Caldera, donde hacemos una rápida parada para comer y beber algo y ponernos ya el resto del equipo (crampones y piolet), ya que nos queda la subida más dura, donde hay que extremar la precaución para evitar ninguna caida. Nos queda solamente poco más de un kilómetro hasta la meta, pero tenemos que salvar 500 metros de desnivel aun, ¡bestial!, y todo ello ya a 3.000 metros de altura.
Ya con poco aliento y sin hablar, seguimos subiendo sin pausa, un rato más tarde estamos practicamente arriba, el sol aparece por la cumbre y empieza a calentar, sobre todo nuestro ánimo, ya que vemos que lo estamos consiguiendo y hasta el sol sale para animarnos, je je.
Aproximadamente 3 horas y media más tarde de nuestra salida del refugio hacemos cumbre, con un sol espléndido, poco viento y siendo los primeros en alcanzar en la cima, hemos llevado buen ritmo y eso nos permite disfrutar nosotros solos del techo de la península durante un buen rato.
Llega el momento de la alegría, los abrazos y las fotos, descansamos, disfrutamos de las vistas, de la experiencia y el compañerismo. Al cabo de un rato ya empiezan a llegar otros alpinistas y decidimos comenzar la bajada antes de que la nieve se ponga muy blanda, que aun nos quedan varias horas hasta los coches.
La bajada se hace bastante dura, ya que a pesar de ser pronto, la nieve ya está muy blanda en algunas zonas y de repente das un paso bien, y al siguiente te has hundido hasta la cintura. Pero a pesar de eso, lógicamente se baja bastante más rápido de lo que subimos, por lo que en un rato estamos de nuevo bajando por el Rio Mulhacen, el calor va apretando y nos vamos quitando capas de ropa hasta llegar a bajar en manga corta.
Llegamos a una zona con menos nieve y nos quitamos ya los crampones para avanzar más rápido. Pasamos por zonas de “borreguiles”, pequeños prados inundados surcados por riachuelos formados por el deshielo que son una maravilla. Nos vamos cruzando con rios, cascadas, verde, piedras y aun algún tramo de nieve blanda y en poco alcanzamos el refugio, donde recogemos el resto del material y emprendemos la tercera parte de la aventura, la vuelta del refugio a los coches.
En vista de lo durísima que fue la subida ayer por la nieve profunda, decidimos atacar la bajada a la Hoya del Portillo por la acequia, desde luego acertamos, un paseo sin nieve, con preciosos paisajes, aunque larga y quizás un poco monótona al final, ¿o será que hemos vivido mucha aventura y esto ya nos parece aburrido?. ¡Habra que organizar otra pronto!
Hemos disfrutado juntos de la montaña, Javier Martín, Diego Carrasco, Angel Morán, Liane Dry, Nicolas Parada, Guadalupe Vazquez y el que escribe, Daniel Blanco.
Por Daniel Blanco