El equipo CEM Sierra Blanca se ha desplazado este pasado fin de semana a Lanzarote para competir en la Haría Extreme 2017. Un total de nueve corredores por montaña acudieron a disputar en la que es, sin duda, una de las pruebas más atractivas del campeonato por la belleza de sus paisajes y por la dureza del terreno entre volcanes.
Mientras que Lilo, Ricardo Torres, Fran Viegas, José Luis de la Cámara, Alberto Guerra, Juan Bautista y Kike Villanueva disputaron la Binter Maratón de 45 kms, Aurora Casado y Myriam Guerrero corrieron la prueba Medium de 23 kms y Juane Viegas la Starter de 10 kms. La última integrante del equipo, Lidia Molina, no pudo correrla por lesión pero acudió como miembro de apoyo.
La carrera, con punto de salida y meta en la ciudad de Haría, recorre casi toda la cima del risco de Famara, baja hasta la playa de Arrieta, surca los ríos de lava por senderos hacia el pueblo de Órzola, asciende junto al volcán de la Corona y se enfrenta al acantilado de Famara, donde además de correr hay que escalar para llegar a uno de los puntos más atractivos de esta cita deportiva, el Mirador de Guinate y sus espectaculares vistas a la isla de La Graciosa.
Aprovechando la semana de estancia en Lanzarote, los miembros del CEM pudimos visitar los atractivos que tiene esta isla, como es el Parque Nacional de Timanfaya, que hace unos 200 años vertió toda su furia cubriendo de lava una gran parte de la isla y cambiando completamente su fisonomía. Junto a la cima del volcán hay un restaurante que cocina con el calor que desprenden las piedras, debido a que la lava está a una profundidad de entre 600 y 800 metros.
La isla de Lanzarote no sería la misma si no fuera por la mano del artista César Manrique, a quien hay que agradecer la huella que ha dejado desde un punto de vista arquitectónico, artístico y cultural. La Fundación que lleva su nombre se sitúa en la ciudad de Tahiche, donde Manrique aprovechó los jameos que se produjeron en un río de lava para construir su primera residencia en Lanzarote.
Entre otras muestras arquitectónicas importantes de César Manrique, pudimos visitar el Mirador del Río, con sus increíbles vistas a La Graciosa; el Jardín de Cactus, que alberga una muestra de casi todas las especies de cactus del planeta; la Cueva de los Verdes, que guarda algún secreto en su recorrido de poco más de un kilómetro de distancia debajo del manto de lava del volcán Corona; los Jameos del Agua, con sus diminutos cangrejos ciegos albinos; el Museo del Campesino, y la segunda casa-taller que el artista se construyó en Haría.
Para finalizar esta fantástica semana, visitamos el Charco de los Clicos o Lago Verde, que debe su color a la alta concentración de algas y que tiene prohibido el baño por ser parte del Parque Nacional del Timanfaya; los Hervideros, donde el Océano Atlántico erosiona el río de lava que desemboca desde los volcanes; las Salinas de Janubio, donde los conejeros (autóctonos de Lanzarote) aprovechan desde hace décadas los recursos que ofrece el mar que rodea la isla; y el Castillo de San José, fortaleza del siglo XVIII que sirvió de punto defensivo ante la llegada de piratas y que actualmente alberga el Museo de Arte Contemporáneo y un restaurante, gracias a la reforma que dirigió el propio César Manrique.
Sin duda ha sido una semana apasionante en la que también hemos disfrutado de la gastronomía típica de la isla, con sus papas arrugás, su mojo picón, sus pescados, sus quesos, sus lapas y sus burgaos, sin olvidar el bienmesabe y los ricos postres caseros con base de gofio.
Pero no hemos dicho ‘adiós’, sino ‘hasta pronto’, porque el año que viene pensamos repetir experiencia y volver a este bello rincón de Canarias para seguir conociendo sus encantos y competir en la Haría Extreme 2018.
Kike Villanueva
